Según los expertos gastroenterólogos de varias universidades londinenses, cerca del 40% de las personas tienen al menos un síntoma digestivo en un momento dado; estos trastornos pueden incluir la ERGE, el síndrome del intestino irritable, los cálculos biliares, la hipoclorhidria, o problemas con el intestino permeable, pero lo que nos interesa es lo que nos pasa con la indigestión, la distensión abdominal, el estreñimiento, las náuseas, los dolores de estómago, y otras anomalías que son comunes en los atletas que entrenan duro.
La digestión, podría estar afectando el desempeño y los resultados en el gimnasio, siendo esencial para el entreno y para el funcionamiento óptimo del organismo, porque el 99% de la asimilación de nutrientes ocurre a través de los alimentos que se muven través del sistema digestivo. Si éste no está funciona de manera óptima, entonces, la absorción de nutrientes no será eficiente, y todas las vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos, ácidos grasos, y suplementos que se ingieren no servirán para proveer energía, recuperación, o la ansiada reparación de tejidos que promueve la hipertrofia y la pérdida de grasa corporal en el post-entreno.
Si la meta es entrenar Crosstraining, competir en un triatlón, o simplemente lucir bien mediante un plan de entreno serio de definición o musculación, hay que hacer una mirada interior para desarrollar el exterior, y muchas veces este punto crítico no es tomado en cuenta por miles y miles de atletas, que empiezan con una dieta, plan de entreno, un buen descanso y mucha energía mental, pero se sacuden y empiezan los problemas por una mala digestión.
Los cambios simples cambios, podrían significar la diferencia en energía, rendimiento, e incluso ganancias
De hecho, hay algunos pasos clave antes de ingresar a un plan de entreno, para comenzar a experimentar una nueva vida llena de energía, mejoras en el rendimiento, y una absorción más eficiente, que permita desarrollar otros factores desencadenantes que son propias de la casa, el trabajo, o la vida social.
El estrés y la salud digestiva
El estrés está presente en nuestro organismo, y una de sus vías más dolorosas es el sistema digestivo porque que la digestión se inicia en el cerebro; como el estrés forma parte del cerebro, nuestra digestión también puede estresarse, por tanto es vital desarrollar un plan anti-estrés de inmediato antes de entrenar, porque el proceso digestivo que empieza por la boca, asistida por la saliva para el transporte de los alimentos y su descomposición, requiere de un nuevo estilo de vida con hábitos adecuados al consumo de alimentos, iniciando por la masticación.
Cuando nuestra comida no se mastica adecuadamente, nuestro estómago y los intestinos van a luchar para tener que romper nuestra comida, con un esfuerzo mayor para lo que está diseñado; en este caso, el buen ambiente, la serenidad y hasta la comodidad de la mesa es fundamental.
La acidez y el sistema digestivo
El pH óptimo (nivel de acidez) del estómago es 1,5 a 3 para la digestión, es decir, muy ácido; sobre todo cuando se trata de lidiar con las proteínas, y en este caso a la par de los consejos nutricionales, un profesional médico es fundamental para tratar los disturbios intestinales, pero más aún cuando se debe planificar una dieta específica para crecer muscularmente o perder grasa corporal.
Los probióticos y las enzimas digestivas son unos soportes digestivos geniales que dan una ventaja cuando se trata de tener una flora intestinal saludable y una mayor producción de enzimas, que sirven para la descomposición y asimilación de los nutrientes; en este caso, cuando la comida no está completamente digerida, en lugar de ser vista como una matriz nutritiva, es observada como una invasora extranjera, y en este instante, el cuerpo tendrá una respuesta autoinmune.
Como resultado, el flujo de la digestión puede ser interrumpido, resultando en anomalías como el IBS, el estreñimiento, y la hinchazón; esto puede suceder por el consumo de alimentos que no se sientan en el organismo por un nivel de acidez desequilibrado, entonces para comenzar todo, se puede ir pensando en una dieta limpia, pero también añadir alimentos curativos, en vez de los medicamentos, que incluyen el caldo de huesos, hortalizas fermentadas, yogures, productos de coco, semillas germinadas (chía, cáñamo, o semillas de lino).
Además, los suplementos de apoyo para los intestinos como los probióticos, o las enzimas son un buen comienzo, además de considerarse otros como la l-glutamina que sirve para curar la mucosa intestina, o la raíz de regaliz, que es una hierba adaptógena que ayuda a mantener los niveles de cortisol en equilibrio, además de mejorar la producción de ácidos en el estómago.
La mala calidad de los alimentos
Muchos de nosotros somos hijos de una generación de comidas procesadas; nuestros cuerpos han sido expuestos a muchos productos químicos y antinutrientes que de ninguna forma nutren nuestro cuerpo, incluso, hoy en día, muchos de nosotros dependemos de las fuentes falsas de alimentos (proteínas, barras, etc.), u otras formas comerciales que pueden decirnos que nos harán más fuertes o nos darán más energía, o hacernos más sanos, pero en realidad si no cuidamos las formas, nos dejarán más hinchados, con estreñimiento y con falta de saciedad.
En cambio, para llegar al éxito pocas veces pensamos en los alimentos orgánicos, que están ahi en los mercados del pueblo, o las zonas naturales de los supermercados, como las verduras de hojas verdes, los huevos de los patos de granja, las manzanas rojas o las jugosas naranjas naturales, y por supuesto las carnes de animales alimentados con pastos orgánicos; en sí, estos alimentos reales de una gran variedad de fuentes, nos llevarán a una mejor digestión, que al final de cuentas, nos ayuda a mejorar el rendimiento de nutrientes y crecer progresivamente.