Hablando de cosas frescas, vamos a hablar de vanadio; otro mineral no muy popular que cumple un papel importante en la optimización de tolerancia a la glucosa; en la década de los 90 se tomaba este mineral que acarreaba rumores en cada gimnasio del mundo, sobre su supuesta capacidad de producir bombas masivas, estiramiento de la piel, entre otras propiedades. La reacción de los que conocemos la innovación que hubo en la industria se da sobre el escepticismo sobre el poder del vanadio, pero la impresión real al observar objetivamente sus beneficios pueden sorprender.
Para los que empezaron a probar la suplementación con sulfato de vanadio, notarán mejores bombas y sentir como los músculos contienen más glucógeno, como si hubiera comida más carbohidratos; la verdad es que la ciencia está detrás de esto, porque según todos los estudios conocidos de cierta seriedad, el vanadio mejora la sensibilidad a la insulina y esto influye sobre el vanadio. Un punto contradictorio podría ser que para algunas personas que optan por el vanadio, pueden no sentir esos efectos, porque todo tiene que ver con la individualidad biológica, sobre todo cuando hay una deficiencia del mineral en el cuerpo, analizándose así que pasa con el vanadio y la gestión de la insulina.
Al equilibrar las cosas con un poco de suplementación, los resultados empiezan a aparecer; pero, así como muchos suplementos como la vitamina C o vitamina D, sabemos que son beneficiosos a pesar de no hacer sentir lo que trabaja y creemos que este es el caso del vanadio. Por lo general el consumo de aproximadamente 60-100 mg de vanadio quelatado parece ser suficiente para evitar el potencial de toxicidad, pero lo suficientemente para mantener una buena sensibilidad a la insulina.
El vanadio, un potente inhibidor no selectivo de la proteína tirosina fosfatasa, imita a muchas de las acciones metabólicas de la insulina tanto in vivo como in vitro. El mecanismo del efecto del vanadio en la disminución en el apetito y el peso corporal en animales que presentaron un modelo resistente a la insulina, todavía no está claro; pero, debido a que la insulina puede inhibir el neuropéptido hipotalámico Y (NPY), que es conocido por estar relacionado con el apetito, y aumentar la secreción de leptina en el tejido adiposo, se estudió la posibilidad de que los cambios en el apetito producidos por vanadio pueden estar relacionados con los niveles de NPY alterados en el hipotálamo.
También se examinaron los efectos de la leptina sobre el vanadio; en este caso se trabajó con ratas delgadas y obesas, a los cuales se les dio un compuesto de vanadio orgánico en sus aguas. Para obtener las conclusiones, se midieron por radioinmunoensayo e inmunotransferencia los niveles de péptidos y mRNA del NPY, así como el comportamiento del NPY, demostrándose que la intervención del vanadio en los roedores obesos hizo que se reduja la ingesta de apetitos, la grasa corporal, los niveles de insulina en el palma y los niveles de glucosa.
Por otro lado los niveles de mRNA en el núcleo del NPY se redujo en 29%, así como los niveles de péptido en el NPY se redujo en 31%, así como en el núcleo paraventricular PVN en un 37%. Estos datos indican que el vanadio puede aumentar la sensibilidad a la insulina en el tejido adiposo y disminuir el apetito y la grasa corporal reduciendo los niveles de NPY en el hipotálamo, normalizando los niveles de insulina en organismos con sobrepeso, valorando como funciona el vanadio y la gestión de la insulina.
Fuentes
- T-Nation Research: 6 Strategies for Improved Insulin Sensitivity
- Publimed Reviews: Effect of vanadium on insulin sensitivity and appetite.