Investigadores de EE. UU. han reafirmado un vínculo sugerido entre nuestras bacterias intestinales y el ejercicio, con el hallazgo de que las personas con una mayor capacidad cardiovascular tienen niveles más altos de ciertas “bacterias beneficiosas”. Al escribir esto en el Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism, el equipo de investigación cree que los hallazgos podrían conducir a una “receta de ejercicios personalizada” diseñada para mejorar la salud intestinal y general.
“Todavía no hemos llegado al objetivo final”, cita el jefe investigador del estudio Ryan Durk de la Universidad Estatal de San Francisco, “pero esto ayuda a crear esa base”, añade en los medios especializados. Según el científico, la investigación refuerza la idea de “ejercicio como medicina, en el que el ejercicio es crucial para aumentar las bacterias beneficiosas en el intestino”.
Con una baja diversidad de microbiomas vinculada a la resistencia a la insulina y la inflamación, así como las condiciones gastrointestinales e incluso el cáncer colorrectal, muchos han sugerido que las comunidades de microbios intestinales podrían convertirse rápidamente en un indicador confiable de la salud general.
La investigación en los últimos años ha buscado comprender y desarrollar enfoques para promover la salud general del gastrointestinal a través de la conformación de la diversidad intestinal para mejorar el estado de los trastornos asociados a la disbiosis. Un estudio anterior encontró que un grupo de deportistas profesionales tenían una mayor diversidad de microorganismos intestinales en comparación con los participantes de control, que no hacían deporte o lo practicaban en forma esporádica. No obstante, se descubrió también que las diferencias dietéticas extremas de estos atletas, especialmente las altas ingestas de proteínas, interferían con las interpretaciones sobre el papel específico de la actividad física y los cambios microbianos.
La importancia real del ejercicio, más allá de lo que imaginamos
Junto con Jimmy Bagley, profesor asistente de kinesiología en la Universidad Estatal de San Francisco, el jefe de la investigación inscribió a 21 hombres y 19 mujeres de alrededor de 26 años, que no tomaron antibióticos en los 6 meses previos al ensayo. Los participantes completaron un “retiro” de ejercicio de tres meses, donde fueron rastreándose su ingesta nutricional durante siete días y recogiéndose su muestra de heces. También se midieron la composición corporal y la capacidad cardiorrespiratoria máxima (VO2max).
La composición relativa de la microbiota se determinó a partir de las muestras de heces que medían específicamente la cantidad del gen “diana”, el ARN 16s, que se encuentra en las cepas bacterianas Firmicutes y Bacteroidetes. Los resultados indicaron que los participantes con la mejor aptitud cardiovascular tenían una mayor relación de Firmicutes a Bacteroides.
Si bien la mayoría de las bacterias intestinales pueden ser beneficiosas (incluso Bacteroides en algunos casos), las bacterias Firmicutes se asocian con subproductos metabólicos que ayudan a evitar que las bacterias en el intestino se filtren en el cuerpo.
Los posibles mecanismos de acción del ejercicio
Estos subproductos ayudan a fortalecer el revestimiento intestinal y ayudan a prevenir el síndrome del intestino permeable, según los investigadores. Ahora bien, las investigaciones futuras deberían investigar la utilidad del entrenamiento físico como medio para promover cambios beneficiosos en la microbiota intestinal.
Los hallazgos de este estudio y otros estudios apuntan hacia una serie de mecanismos propuestos que intentan explicar como el ejercicio enriquece la comunidad de bacterias intestinales. Una teoría identifica la propensión de los individuos físicamente activos a pasar más tiempo al aire libre combinando un estilo de vida saludable y desarrollando así una microbiota más robusta y rica.
Al mismo tiempo, las adaptaciones corporales al ejercicio relacionado con la resistencia podrían llevar a modificaciones en el tracto gastrointestinal; anteriormente, los estudios han ilustrado este fenómeno mediante la disminución del flujo sanguíneo, la hipoxia tisular y el aumento del tránsito y las capacidades de absorción. Estos mecanismos adaptativos, entre otros, podrían cambiar el pH intestinal y crear un entorno que favorezca una diversidad comunitaria más rica, lo que demuestra el poder del ejercicio sobre la salud intestinal y por consecuencia la salud general a largo plazo.
Fuente
- International Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism: Gut Microbiota Composition is Related to Cardiorespiratory Fitness in Healthy Young Adults